Llegaron los 90 y junto a ésta década loca, los colores. Lo importante era sentirse cómodo sin preocuparse de los demás y las combinaciones eran de lo más variopintas.
Se impusieron las camisas de leñador, los pantalones desteñidos, el grunge, los tops, y la tendencia de ponerse lo peor posible.
Las calles se inundaron de skates y de walkmans, de brillantina y neón, y todo valía. Hasta en las cocinas.
A nosotros la moda de los 90 también nos trastornó, como muy bien se puede ver en esta foto del modelo Dayton brillo. Blanco, verde, naranja… daba lo mismo. La gente quería divertirse y estar alegre y estas cocinas en laca alto brillo, era perfectas para una época llena de imaginación.
Ya comenzaron a introducirse elementos más innovadores en cuanto a diseño funcional, como gavetas, puertas curvas, hornos integrados y rinconeros con baldas extraíbles, todo un lujo en cuanto a diseño. Las vitrinas comenzaron poco a poco a desaparecer y el mármol, cuanto más brillante, mejor.
Nosotros también crecimos y de las pequeñas tiendas que teníamos en Ramón y Cajal y Cuestas Altas de Getafe, pasamos a la Calle Madrid y a Leganés donde nuestros escaparates revolucionaban el tranquilo paseo de nuestros vecinos que veían cómo el mueble iba cambiando a pasos agigantados. Las cocinas, después de los 90 no volvieron a ser las mismas, porque fue una época que removió conciencias, modas, tradiciones convirtiendo lo habitual en extraordinario.
Cocinas Rio no quiso perderse toda esa revolución contribuyendo con muebles así de locos atreviéndonos a avanzar en cada una de las cosas que se nos presentaba. Lo mejor, lo teníamos, lo más extraño, también, lo último estaba en nuestros showroom.
Igual que ahora, que seguimos la misma línea de innovación albergando en nuestras exposiciones lo último en mobiliario de cocina, pero el cambio comenzó en los maravillosos 90. Todo un hito.